Ruta monumental
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Nuestro recorrido arranca en la Plaza Mayor, nexo de unión entre la zona comercial y la monumental y donde queda patente la diferencia de la arquitectura del que fue antiguo Ayuntamiento de Zamora, que data de tiempo de los Reyes Católicos, con el consistorio actual, que aunque se comenzó la construcción de la arquería en 1766, su aspecto actual data del siglo pasado.
La joya románica de nuestra plaza mayor es la iglesia de San Juan de Puerta Nueva (s. XII), con el rosetón más elegante del románico zamorano en su fachada meridional. En su torre, observamos una reproducción de la veleta conocida popularmente como el Peromato, cuyo original se encuentra en el Museo Provincial.
Paseando por la calle de Corral Pintado llegamos a la plaza de Santa María la Nueva, donde nos detenemos para admirar la iglesia románica que lleva su mismo nombre. Nos atrae su impresionante cabecera que esconde en su interior un Yacente barroco, obra de Francisco Fermín que sobrecoge y es admirado en su deambular por las calles de Zamora la noche del Jueves Santo. Justo al lado de la iglesia se encuentra el Museo de Semana Santa, donde se exponen la mayor parte de los pasos que procesionan durante la Semana de Pasión Zamorana.
A lo largo de la calle Barandales, el museo Etnográfico de Castilla y León se yergue y nos invita a conocer el transcurrir de la historia de nuestra región. Esta pequeña calle nos lleva hasta la plaza más emblemática de Zamora. En la plaza de Viriato entre los plátanos de India se esconde la imagen de Viriato, pastor lusitano y héroe zamorano por excelencia. Se imponen en la plaza el antiguo Hospital de la Encarnación (s. XVII), actual sede de la Diputación Provincial, y enfrente el palacio de los Condes de Alba de Aliste (s. XV) convertido en parador de turismo. En una de las esquinas de la plaza, la antigua iglesia de la Concepción (s. XVII), alberga en la actualidad el Archivo Histórico Provincial. Junto al archivo, la casa de la cultura, y junto a esta, se sitúa la iglesia románica de San Cipriano que como otras iglesias románicas de la capital, fue parcialmente rehecha en el siglo XII y lo más antiguo que se conserva de ella es la cabecera y algunos relieves reutilizados que se pueden observar en el exterior de sus muros.
Caminando por la Rúa de los Francos, llegamos a la iglesia románica de la Magdalena, su rica y ornamentada fachada nos descubre uno de los templos más bellos de la ciudad. Pese a ser de construcción tardía, ya que sus obras continuaron hasta el siglo XIII, está considerada como una de las más elegantes y emblemáticas del románico zamorano, especialmente por su abundante decoración escultórica. Perteneció a la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén.
Enfrente de la Magdalena está el Convento del Tránsito, los escudos de la familia de Osorio sobre el dintel de su puerta principal nos hablan de la familia zamorana que en el s. XVI financió su construcción.
Seguimos la calle hasta encontrar la iglesia de San Ildefonso, donde una fachada neoclásica del siglo XVIII se antepone a la original románica que está oculta tras ella. Dentro del templo y encima del altar mayor se encuentran los restos de San Ildefonso (patrón de la ciudad junto con San Pedro) y de San Atilano (patrón de la diócesis de Zamora). Un bonito y discreto arco apoyado en un lateral de su fachada nos lleva hacia las otras dos fachadas de la iglesia, la meridional, sujeta sus muros con dos esbeltos arbotantes apoyados en el antiguo palacio de los Marqueses de Villagodio, actual convento de las Marinas.
La plaza de Fray Diego de Deza, más conocida en Zamora como la plaza de los tilos, nos acerca a otra plaza, la de Arias Gonzalo. En esta plaza se encuentra el Mirador del Troncoso, el más bonito de la ciudad con unas impactantes vistas sobre el río Duero y sus puentes.
Desde este mirador atravesamos la angosta calle del Troncoso que nos descubre la plaza de Antonio del Águila y sus armoniosos jardines se abren hacia la Catedral.
La Catedral de Zamora, “la perla del Duero” o “joya del Románico”. Sobre los restos de la basílica anterior, destruida en el 986 por Almanzor, comienzan en el 1151 las obras de la actual Catedral, consagrada por el Obispo Esteban tan sólo 23 años después, en 1174. Sin duda el elemento más inquietante y original del templo es el magnífico cimborrio de influencias bizantinas. La fachada norte de la Catedral y el claustro antiguo, fueron destruidos por un incendio en 1591, por lo que ya en el siglo XVII se reedifica un nuevo claustro a la vez que la fachada principal, erigida a modo de arco de triunfo. La fachada meridional o “fachada del obispo” es la única que permanece intacta y entre su decoración destaca una Virgen bizantina con el niño.
Junto a la Catedral se encuentra la Casa del Cid, en la que según la tradición vivió el Cid Campeador durante su estancia en Zamora, acogido por el gobernador de la ciudad, Arias Gonzalo.
Por la calle del Postigo, junto a la plaza de la Catedral, llegamos a la iglesia románica de San Isidoro, cuya fundación data de tiempos de Alfonso VII el Emperador y su hermana Sancha, con motivo del traslado de los restos de San Isidoro llevados desde Sevilla a León. Junto a esta iglesia se sitúa el Portillo de la Traición, recientemente llamado también Portillo de la Lealtad, por el que entró a la ciudad Bellido Dolfo, allá por el siglo XI, después de haber dado muerte al rey Sancho II de Castilla en las inmediaciones de la ciudad, durante el asedio sufrido en el conocido como “Cerco de Zamora”.
Entre los jardines de este entorno, descubrimos el Castillo de Zamora, recientemente rehabilitado y abierto al público en el año 2009. Entre sus restos arqueológicos se descubren aljibes, tumbas de la época visigoda, hornos de fundición, canales de evacuación de agua, un pozo, torres y mucho más.
Bajando por el Arco del Obispo, situado junto a la Casa del Cid, llegamos a las Aceñas de Olivares. Se trata de unos molinos harineros de agua del siglo X, que fueron la primera industria que tuvo nuestra ciudad. Vinculados en sus inicios a la monarquía leonesa, pasaron ya en el siglo XII a ser propiedad de la iglesia hasta la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, en el que fueron adquiridos por una nobleza zamorana que los dinamiza y les da nuevos usos.
Junto a estas aceñas se sitúa la iglesia románica de San Claudio de Olivares. Situada junto al río Duero, en el barrio que lleva su nombre, se apunta su fundación a los primeros años del siglo XII. Cercana a esta iglesia, se encuentra otra iglesia románica más, Santiago de los Caballeros donde según la tradición, fue armado caballero el Cid Campeador por el rey Fernando I de Castilla.